¿Por qué motivo podrías encontrarte una gran fila de pacientes cebras esperando su turno en una llanura de África? ¿Por agua? ¿Por comida?
El caso es que, en esas largas hileras, las cebras demuestran la paciencia de los que guardan cola en el aeropuerto para facturar sus maletas, o la tranquilidad de los que aguardan a la puerta de un museo. Durante la espera apuran la hierba del suelo como palomitas en la cola del cine, y a veces alguna, choca con la de al lado, a semejanza de los codazos en la entrada a un estadio de fútbol. Como en todas las colas del mundo, alguna cebra se despista mirando hacia otro lado, y la que le sucede aprovecha para adelantarla, produciéndose una riña, como cuando alguien trata de colarse con un carrito en la caja de un supermercado.
La cola que más asemejo a esta de las cebras, es esa que se forma a la salida de las playas, cuando la gente espera en fila para enjuagarse en una ducha con la que quitarse la sal y la arena. Aunque en este caso las cebras no aguardan por la sal y la arena, lo que pretenden es librarse de parásitos y pequeños insectos que puedan llevar adheridos a su piel. Los que le producen malestar, dolor y enfermedades. Para quitárselos de encima se refriegan contra una piedra. El refregarse contra una gran piedra les proporciona el mismo placer que a nosotros ducharnos tras un día de playa. Y en estas llanuras de África, no es fácil encontrar una buena piedra.
Jose Antonio Borrero