No sé lo que tienen estas montañas esculpidas por el tiempo, ni este amplio y calmado río que se desliza entre ellas. Te hacen sentir un ser privilegiado, ocupar un lugar en el cielo al que señalan las cumbres. Las cañas de bambú ocultan la orilla, inclinándose al paso de una corriente tranquila, apacible, como si del lago de un parque se tratase. Las raíces buscan cobijo en paredes casi verticales, por huecos imposibles, consiguiendo vestir de árboles a unas montañas que parecen haber surgido de un modo mágico, desde un terreno plano, desde una tierra llana.